Política y Educación
Actualmente, en los tiempos que vivimos la Educación es vista por los políticos como una fuente de gastos y no de inversión, que es lo que en realidad debería de ser la Educación de los niños y jóvenes de un país.
Los verdaderos motivos de esta visión solo los saben ellos, y desde el blog nos abstenemos de dar una opinión subjetiva del problema.
A raíz de este pensamiento, hoy os traemos al blog una historia de un gobierno que hace ya 50 años aposto fuerte por la Educación y que hoy en día ha llevado a su país a ser uno de los pocos países del llamado Tercer mundo, en tener una tasa de alfabetización del 100%.
Es un buen ejemplo de desvincular las ideologías políticas, de la Educación por el futuro bienestar de la sociedad y del país.
Campaña de Alfabetización en Cuba: Una batalla educacional sin precedentes
Entre los grandes retos sociales asumidos por el gobierno revolucionario cubano a partir del triunfo de enero de 1959, adquiere categoría de proeza colectiva la erradicación del analfabetismo, victoriosa campaña que este año celebra su medio siglo.
La concepción de aquella epopeya, puesta en marcha en enero de 1961 -año proclamado “de la Educación”-, tuvo como motivación principal el propio desarrollo y aplicación de las leyes y medidas revolucionarias dirigidas a transformar a Cuba en todos los órdenes.
Llevar la luz del saber hasta los más recónditos parajes de la Isla favorecería, además, una mayor inserción popular en las disímiles tareas de todo tipo implícitas en un proceso inédito por la envergadura de sus alcances y de sus metas reivindicadoras.
Como precedente en aquella lucha por rescatar de la ignorancia a miles de cubanos, combatientes del Ejército Rebelde -en plena etapa insurreccional-, alfabetizaron hombres, mujeres y niños de las zonas liberadas en áreas de las sierras Maestra y Cristal, y en el Escambray.
La concepción de aquella epopeya, puesta en marcha en enero de 1961 -año proclamado “de la Educación”-, tuvo como motivación principal el propio desarrollo y aplicación de las leyes y medidas revolucionarias dirigidas a transformar a Cuba en todos los órdenes.
Llevar la luz del saber hasta los más recónditos parajes de la Isla favorecería, además, una mayor inserción popular en las disímiles tareas de todo tipo implícitas en un proceso inédito por la envergadura de sus alcances y de sus metas reivindicadoras.
Como precedente en aquella lucha por rescatar de la ignorancia a miles de cubanos, combatientes del Ejército Rebelde -en plena etapa insurreccional-, alfabetizaron hombres, mujeres y niños de las zonas liberadas en áreas de las sierras Maestra y Cristal, y en el Escambray.
La Revolución triunfante encontró más de un millón de personas que no sabían leer ni escribir, concentrándose el mayor porcentaje de esos iletrados en el área rural, como consecuencia de siglos de expoliación y desamparo en los que estuvieron sumidos sus pobladores.
Dar solución al problema educacional ya lo planteaban los postulados del Programa del Moncada; y fue solamente la Revolución liderada por Fidel la que asumiría la materialización de aquel enunciado, pleno de humanismo y justicia social, a partir de tareas tan esenciales como la escolarización infantil, la campaña de alfabetización y la post-alfabetización.
La lucha contra la ignorancia se mantuvo entre las prioridades del gobierno revolucionario que, en época tan temprana como marzo de 1959, crea la Comisión Nacional que tendría la responsabilidad de organizar, preparar y llevar a feliz término en todo el país la magna cruzada educacional que, en décadas posteriores, desbordaría fronteras llevando la experiencia cubana a decenas de naciones hermanas.
UN PROYECTO COLOSAL
Cuando en septiembre de 1960 el Comandante en Jefe Fidel Castro compareció ante la Organización de Naciones Unidas (ONU), anunció al mundo que Cuba llevaría a cabo, al año siguiente, la Campaña de Alfabetización.
Aún cuando la Constitución de 1940 establecía, en teoría, que la educación era obligatoria para todos los niños, el sistema de enseñanza hasta que triunfó la Revolución, se caracterizaba por las grandes desigualdades existentes en el acceso a los recursos y oportunidades, lo que reducía prácticamente a cero las posibilidades de los sectores más humildes.
Las diferencias se marcaban sobre todo en las zonas rurales, donde cerca de la mitad de la población era analfabeta, condición en la que se encontraban, en 1958, alrededor de un millón de cubanos.
A ello se sumaba una cantidad similar de semi-analfabetos y más de 600 mil niños sin escolarizar.
Sobre la base de tales realidades, revertirlas representaba un proyecto colosal y sin precedentes, no sólo en Cuba o en el continente, sino a nivel internacional.
Para el desarrollo del programa nacional se concibió una estructura organizativa y de dirección única, mediante la cual se coordinaba, orientaba y controlaba el trabajo. Al mismo tiempo descentralizaba las funciones, al delegar en la provincia y el municipio la responsabilidad directa de la alfabetización en su jurisdicción, y propiciaba la participación activa de organizaciones y organismos en todos los niveles.
Esa estructura la encabezaba una Comisión Nacional integrada por organismos gubernamentales y no gubernamentales, mediante la cual tuvieron acceso y participación directa las más diversas instituciones, representativas de todos los segmentos de la sociedad.
En la isla, en el Año proclamado de la Educación, miles de cubanos se movilizaron en la batalla contra la ignorancia, impregnados del entusiasmo y la voluntad participativa capaces de incentivar metas de tal magnitud.
Como parte del trabajo didáctico se elaboraron la Cartilla Venceremos, el Manual Alfabeticemos y otros materiales cuyos contenidos atendían a los aspectos político-ideológicos de la Revolución, y a los psicológico-sociales que caracterizaban al analfabeto adulto cubano.
Esencial en este proceso resultó la preparación de los alfabetizadores y técnicos durante toda la Campaña. El lema "El que sabe enseña al que no sabe" convertido en principio para la acción, fue un factor determinante para movilizar a la fuerza de instructores, mayoritariamente joven.
Del 20 por ciento de analfabetismo existente en 1958, la campaña cerró con aproximadamente tres por ciento en 1961. El justificado entusiasmo por el éxito, no hizo perder de vista que era apenas el punto de partida hacia retos de mayor envergadura.
No hay comentarios:
Publicar un comentario